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Cuando leemos, alguien habla
dentro de nuestra mente.
Siempre nos sucede.
Alguien, que
no somos nosotros, resuena en nuestra cabeza al ritmo que avanzamos en la
lectura.
En este mismo momento, ¿No estás
escuchándome?.
Si, estoy hablándote.
Es como si me hubiera instalado
en tu cerebro y allí oyeras mi voz.
Pero, físicamente, estoy en el
papel. Soy el fruto de tu conocimiento del valor fonético de cada letra
combinada en cada palabra hasta integrar las oraciones que conformarán todo el
texto.
Quizá, tomar conciencia de esta
particularidad maravillosa -que yo hable dentro de ti mientras lees-, te ayude
a entender porqué la palabra tiene un poder mágico.
Ahora mismo, puedo gritar muy
fuerte: “¡Socorro!, ¡Ayúdenme!, ¡Estoy aquí!”.
Puedo susurrar en tu oído: “¡Por
favor, que nadie se entere de nuestro secreto!”.
Me escuchas recordarte: “¡Nunca
bajes los brazos!”.
Tan mágico es el poder de la
palabra que, cuando termines de leer, ya no escucharás mi voz.
Daniel Adrián
Madeiro
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© Daniel Adrián Madeiro.
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