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“Una vida sin reflexión
no es vida para un hombre”
Platón
El 12 de Febrero de 2003, en la
sección Tecnología y Ciencia del portal de la CNN en Español apareció una nota
de José Perez Firmat titulada: “Científicos determinan la edad y la
composición exacta del universo”.
Con datos provenientes del satélite WMAP, diseñado por la
NASA y la Universidad de Princeton, se
constituyó una foto del universo reflejando el instante en que comenzó a haber
luz, 380 mil años después del Big Bang.
Este elemento y otros más, permitieron a los científicos
determinar que el universo tiene 13.700 millones de años, con un margen de
error no mayor al 1 por ciento.
Teniendo presente que los datos obtenidos se refieren al
momento del nacimiento del universo, se realizó una proyección que calculara
como se vería hoy. Se obtuvo una imagen concordante con la realidad actual. Los
datos son exactos.
También se sabe que el destino del universo es seguir
eternamente en expansión.
Por último, mi atención se detuvo en la descripción de su
estructura: 4% de materia conocida; 23% de materia fría oscura, que no
interactúa con la luz, sobre la cual se sabe muy poco y se conoce su existencia
sólo porque ejerce gravedad; y un 73% de
lo que se denomina “energía oscura” y sobre la que nada se sabe.
Entendí que, aún en la inmensidad de conocimientos que
conllevan disciplinas tales como la cosmología moderna o la física cuántica,
por ejemplo, es muchísimo más lo que resta por saber que lo sabido.
No obstante, con la información a la que tenemos acceso
nos alcanza para comprender que: Somos entidades formadas con la misma materia
del universo y, de alguna forma, existimos hace ya 13.700 millones de años.
Si bien conocer el 4% de la materia total que compone el
cosmos implica el manejo y comprensión de miles y miles de datos, debemos
reconocer que es una cifra menor frente al 96% que prácticamente se desconoce.
Uno podría decir que sabemos poco en cuanto a esto o que
resta mucho por saber aun. Pero sin duda coincidimos en que cuando la
inteligencia y la constancia trabajan unidas, se alcanzan logros maravillosos.
Hace alrededor de 2600 años un viejo sabio, Lao Tse,
escribió en el primer capítulo de su tratado lo siguiente: “La no-existencia
es anterior al cielo y a la tierra” (Tao Te Ching). ¿Fruto de la casualidad
o de una profunda reflexión?.
Antes del Big Bang ¿Qué había?. ¿Dónde está DIOS en este
asunto?. Más allá de la innegable certeza, frente a esto, de estar ante un
hecho natural, ¿Qué nos impediría creer –no asegurar- que DIOS es lo anterior
al Big Bang?.
Me parece que las respuestas deben ser individuales, todas
respetuosas y todas respetadas. Esta es la vocación de mis palabras. Sólo una
opinión dicha desde el respeto que siento por la libertad de expresión.
A medida que los conocimientos científicos van avanzando,
la religión –al menos en occidente- se muestra interesada en explicar sus
enunciados sobre la creación frente a lo hechos concretos y visibles de la
ciencia.
¿Es necesario esto?. ¿Por qué hay expositores dedicados a
mostrar que lo que la ciencia dice hoy es lo que su fe decía ayer de manera
menos evidente?. Pensemos en la cita del Tao Te Ching transcripta más arriba,
para tomar un ejemplo no vinculado a las religiones de occidente: ¿Por qué
ocuparse en pretender que los dichos de Lao Tse se muestran hoy cimentados por
el conocimiento científico?. O ¿Por qué, desde allí, afirmar que esto evidencia
que el autor exponía perfectamente la realidad del universo ya en su tiempo?.
¿Hace falta?. Aun podríamos preguntar algo más: ¿El autor, querría eso?.
Ante esta última proposición nos enfrentamos al hecho que
los expositores a los que hago referencia generalmente alegan que el autor de
sus escritos es DIOS.
Pongamos por caso que así fuera. Aun nos queda la
pregunta: ¿Por qué justificar a DIOS?. Siendo DIOS un autor altamente
capacitado: ¿Cómo se explica que su mensaje no sea irrefutable?. ¿Cómo
comprender que como un anciano no avanza sin bastón, el ser más perfecto del
universo también necesite apoyarse de alguna forma en nosotros?. Si de algún
modo sus mensajes estuvieran cifrados, presentando a los lectores
contemporáneos a su manifestación una apariencia de las cosas que en el futuro
se descubrirían diferentes, ¿Por qué no ordenar que se escriban fórmulas y
enunciados ininteligibles para sus primeros destinatarios que hoy resultaran
clara e incuestionable muestra de un conocimiento superior imposible en su
tiempo de origen?.
¿Y si mañana todo ese esfuerzo por encontrar coincidencias
entre los escritos sagrados con los conocimientos científicos se vieran
afectados por descubrimientos opuestos, Qué escucharemos decir?.
Los que creemos que DIOS existe ¿Estamos buscando a DIOS o
agotando explicaciones sobre la validez de nuestros sistemas de creencias?.
DIOS nos libre de la mentira.
Me parece que esto no puede ser contestado verazmente sin
honestidad.
Esto no significa en absoluto un apoyo a tendencias cientificistas.
No se trata de cambiar a DIOS por la ciencia.
En cualquier extremo hay un abismo.
Sin ninguna cuota de vanidad, pienso que todos los avances
científicos y tecnológicos de estos últimos decenios, todo este inmenso aporte
de la inteligencia humana a favor del conocimiento del hombre y su entorno,
tiene que permitirnos ver más allá de nuestras propias narices.
Todas las personas pueden reconocer sin dificultad la
falta de sustento de muchas creencias en el pasado. Ya no quedan adoradores de
Atón o de Zeus. Y no nos resulta extraño.
Pero, ¡Ay!, ¡Qué difícil es tener el valor de revisar
nuestras propias certezas!.
¿Dónde hay un ferviente simpatizante del equipo tal que no
asegure que el arbitro cobro mal, que no hubo suerte o que su equipo merecía
ganar, por ejemplo?.
¿Qué quiero decir?. Lo que diré sólo es válido para los
que creen en DIOS, porque de eso estoy hablando. Digo que DIOS es superior a
cualquiera de nuestros sistemas de creencia. Digo que DIOS está por encima de
todas nuestras polvorientas concepciones de divinidad y creación. Digo que DIOS
vería con agrado que reflexionemos sobre si deseamos ser sujetos que lo adoran
o sujetos que lo piensan profundamente antes de adorarlo.
Millones de años desde que el mundo existe. Cientos de
miles de años desde que existe el hombre y aun DIOS sigue siendo, de algún
modo, como ese 73% de energía oscura sobre la que no sabemos nada.
DIOS nos libre de toda forma de mentira.
Daniel Adrián
Madeiro
Copyright © Daniel Adrián
Madeiro.
Todos los derechos
reservados para el autor.
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