lunes, 11 de febrero de 2013

UNA MARAVILLA

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Cuando leemos, alguien habla dentro de nuestra mente.

Siempre nos sucede. 

Alguien, que no somos nosotros, resuena en nuestra cabeza al ritmo que avanzamos en la lectura.

En este mismo momento, ¿No estás escuchándome?.

Si, estoy hablándote.

Es como si me hubiera instalado en tu cerebro y allí oyeras mi voz.

Pero, físicamente, estoy en el papel. Soy el fruto de tu conocimiento del valor fonético de cada letra combinada en cada palabra hasta integrar las oraciones que conformarán todo el texto.

Quizá, tomar conciencia de esta particularidad maravillosa -que yo hable dentro de ti mientras lees-, te ayude a entender porqué la palabra tiene un poder mágico.

Ahora mismo, puedo gritar muy fuerte: “¡Socorro!, ¡Ayúdenme!, ¡Estoy aquí!”.

Puedo susurrar en tu oído: “¡Por favor, que nadie se entere de nuestro secreto!”.

Me escuchas recordarte: “¡Nunca bajes los brazos!”.

Tan mágico es el poder de la palabra que, cuando termines de leer, ya no escucharás mi voz.

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor

CÓMO ENCARAR UNA HOJA EN BLANCO

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Señor: en el divino orden del universo,
mi corazón, mis labios se mueven para el verso.

A un señor muy rico para que nos regale una casa – Baldomero Fernández Moreno

Hace poco, un mediodía, un amigo, Emanuel Alegre, me propuso que escriba algo vinculado a la situación del autor frente al papel en blanco.
Por acceder a su invitación, aquí estoy ante la hoja vacía.
Delante de mí un “nuevo documento en blanco” del Word espera mis palabras, anhela mis enunciados.
Sería irresponsable de mi parte decir qué sienten los escritores ante esta situación. Me conformo con hablar de aquello que pasa conmigo.
En principio, no me encuentro nervioso, no tengo miedo de no saber qué escribir.
Quizá alguien suponga mal y considere ésta una actitud personal presuntuosa.
No es así.
Es que si ahora estoy frente al papel, es porque ayer me tomé el tiempo y la distancia necesarias para evaluar qué hacer con él; si decidí encararlo, es que tengo la firme resolución de vencerlo.
Me fascina escribir y más aún que me propongan temas que me obliguen a despertar mi imaginación e inteligencia.
En todo caso, el problema no es el papel vacío sino la imaginación apagada, la inteligencia dormida, la falta de amor genuino por la palabra escrita y sus destinatarios.
Y no se trata de lo que se llama inspiración; la cosa no es esperar ese momento mágico que nos condiciona como autómatas para obrar el hecho artístico a partir de ese punto.  Porque: si las lluvias de agosto mojan las alas de las musas ¿No escribiremos?
Siento el ser escritor como el vivir necesitando plasmar cada instante de la vida nuestra, de ellos, de todos, en el papel; hablar de lo que queremos y lo que quieren; de lo que hacemos y lo que hacen.
Recuerdo una “plegaria” pagana que dice:

¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

Juan Ramón Jiménez, su autor, le pide ayuda a la inteligencia.
Si no hay un pensador primero, no puede haber un escritor después.

Daniel  Adrián  Madeiro

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Todos los derechos reservados para el autor.

YO HARÉ, TÚ HARÁS, NOSOTROS HAREMOS

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Se me está haciendo la noche
en la mitad de la tarde.
No quiero volverme sombra,
quiero ser luz y quedarme.

Frag. de la zamba Quiero ser luz – Daniel Reguera

-Yo escribiré este artículo. Tú lo leerás. Ambos estaremos momentáneamente unidos por él, pensando y sintiendo las palabras que lo forman-.
Aceptamos sin dificultad el enunciado anterior como si se tratara del más firme axioma.
Sin embargo, dar esto por cierto es basarnos en espuria futurología.
¿Puedo asegurar que no dejaré inconcluso este escrito?.
¿Puedes afirmar que lo leerás pase lo que pase?.
¿Podemos garantizar que lograremos compartirlo?.
No. No podemos.
¿Por qué?. Porque una profunda incertidumbre ante lo que sucederá en el próximo segundo, es la única certeza que tenemos por delante.
-Así que yo también tendré que morir como Enkidu. ¡La desesperación me inunda el corazón!-. Esas son las palabras de Gilgamés quien, ante la muerte de su amigo, toma conciencia de su propio e irremediable futuro.
Sus palabras reflejan lo que con frecuencia observamos en nuestra experiencia infantil.
Camila, mi hija menor, hace un tiempo atrás, solía despertarse temerosa algunas noches pensando que podía morirse. Como el héroe sumerio, ella también tomó conciencia de su mortalidad.
Quizá este abrumador descubrimiento sobrevino, principalmente, a raíz de la pérdida de una de sus abuelas; sin duda la proximidad afectiva fue el desencadenante de su alarma que se venía gestando desde antes por la visión de escenas en televisión o por la escucha de conversaciones de adultos.
Como sea, para todos, hay un punto en nuestra infancia donde nos percatamos que moriremos y... los adultos que nos tutelan también.
Y la angustia se tornaría inmanejable si no pudiéramos abrigarnos bajo las alas de un ser inmortal y omnipotente al que llamamos DIOS.
Poco a poco, vamos incorporándonos a un juego entre la conciencia de finitud y la esperanza de eternidad.
Las más de las veces, y aun cuando nuestro deseo de objetividad en el asunto sea el más fuerte y sincero, todos queremos que sea verdad que la muerte no existe.
No nos afligen del mismo modo la matanza de gallinas o vacas, el envenenamiento de cucarachas u hormigas, ni las flores marchitas o las hojas secas de los árboles. Todas formas de vida que perecen como nosotros. Para ellas no hay eternidad.
¿Para nosotros, sí?.
Una de las plegarias que los egipcios anotaron en el Libro de los Muertos dice: “¡Salve, Osiris, padre mío divino!. Lo mismo que tú, cuya vida es imperecedera, mis miembros conocerán la vida eterna. No me pudriré. No seré comido por los gusanos. No pereceré. No seré pasto de la miseria. Viviré, viviré”.
No está de más recordar que citas similares, más lejanas o cercanas a nosotros, se pueden encontrar en todas las religiones, incluso en las actuales.
Somos los únicos seres de este planeta que reniegan de su destino final. Los únicos que no admiten la definitiva desaparición de su rostro en los espejos.
La perdida de un ser querido cambia todos nuestros planes, toda nuestra visión del futuro, ahora sin él.
Ante ello, iba a decir que “no es fácil aceptar” que nuestros padres, hijos o cónyuges, por ejemplo, ya no existen, ya no son. Pero la expresión “no es fácil aceptar” es inapropiada. Lo que realmente creo es que es imposible dejar de pensar que están vivos de algún modo. El más racional de los seres, debe admitir esto.
Sus voces resuenan en nuestra mente; su ropa, sus muebles, sus fotos, nos ilusionan haciéndonos pensar que regresarán como lo hace un viajero.
No nos resignamos a aceptar que la muerte sea más poderosa que nosotros.
El sentimiento de la unidad indestructible de la vida es tan fuerte e inconmovible que repugna y niega el hecho de la muerte. En el pensamiento primitivo jamás se considera la muerte como un fenómeno natural que obedece a leyes generales; su acaecimiento no es necesario sino accidental. Depende, siempre, de causas singulares y fortuitas; es obra de hechicería o de magia o de alguna otra influencia personal hostil” (Antropología filosófica - Ernst Cassirer).
Esta ancestral creencia en la invulnerabilidad de la vida es lo que llevó a los hombres primitivos a enterrar a los muertos con sus bienes, a veces con sus familias y esclavos, para que les sirvan en esa “otra vida” a la que iban.
Es el mismo sentimiento que moviliza a personas como el Dr. Raymond Moody a escribir libros como “La vida después de la vida” o al periodista Víctor Sueiro a realizar el ciclo televisivo “Misterios y Milagros”, a partir de su experiencia personal tras haber sido declarado clínicamente muerto.
Y es posible que la vida después de la muerte exista. No es un hecho que yo esté en condiciones de demostrar. De igual modo, también es probable que no la haya. Cualquiera de ambas posibilidades, al menos hasta hoy, no pueden ser probadas de manera irrefutable.
Sí podemos asegurar que la muerte existe. Nada sobre el después.
De todos modos, seguiremos planificando día a día, hora a hora, nuestras acciones. Planearemos las vacaciones venideras, la fecha de nuestro casamiento, la reunión con amigos, el próximo libro por leer.
Nos olvidaremos, naturalmente, que la muerte está delante nuestro, quizá sentada al lado. Que no discrimina entre chicos y grandes, ricos o pobres, sanos o enfermos, negros o blancos, mujeres u hombres, sabios o burros.
Con su actitud imparcial puede que nos esté diciendo que nos dejemos de perder el tiempo en segregaciones, en conflictos, en disputas que ella no hace y que atendamos debidamente a nuestro único propósito: ENALTECER LA VIDA.
Uno de los versos de “La aldea de Kiang”, del poeta Tu Fu, dice: “El sino respetó mi juramento de volver vivo”. También a mí me permitió terminar este escrito. Es mi mayor deseo que te permita a ti leerlo y a ambos sentirnos momentáneamente unidos.

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.

PALABRAS PRELIMINARES

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¡Es tan cómodo ser menor de edad!. Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo. Con sólo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomará mi puesto en tan fastidiosa tarea”.
Esas palabras forman parte de “¿Qué es la ilustración?”, un breve escrito de cuatro páginas del filósofo alemán Inmanuel Kant.
Nos informa Michel Foucault, en un trabajo suyo elaborado 200 años después de aquel, que se trata de la respuesta que, a la pregunta precedente, remitió  I. Kant al periódico alemán Berlinesche Monatschrift, publicada en noviembre de 1784.
Agrega que la respuesta de Kant muestra a la Ilustración como una salida, como “un proceso que nos libera del estado de tutela... un estado de nuestra voluntad que nos hace aceptar la voluntad de otros”.
Durante el siglo veinte, el monumental crecimiento tecnológico y científico a permitido desarrollar una verdadera ciencia del dominio de la “opinión pública”.
De la mano de los medios de comunicación y del amplio conocimiento que se tiene sobre el comportamiento humano, nos acostumbraron a valorar positivamente el que “con sólo poder pagar, no tengamos necesidad de pensar”; se ha desarrollado un estado en nuestra voluntad “que nos hace aceptar la voluntad de otros”.
Sin embargo, todavía podemos acceder por diversos caminos al desarrollo de cierta independencia intelectual; a una liberación, al menos parcial, de las influencias que los otros –con o sin intención- pueden ejercer. El procurarnos un amplio bagaje de conocimientos, una sólida formación cultural, es un elemento vital para ese fin.
Desde luego, nada sirve por si solo y menos aún si no se tomó conciencia de lo peligroso que es leer o escuchar sin parapetarse en el análisis de lo que se recibe. 
Para las personas que tomaron por costumbre cultivarse y revisar los contenidos ideológicos que se nos presentan por intermedio de la televisión, la radiodifusión y los diarios y las revistas y, en especial, para los estudiantes abocados a las carreras de Periodismo y de Ciencias Políticas, recomiendo leer atentamente “EL ESPECTÁCULO POLÍTICO”.
Se trata de una excelente selección de textos, realizada por Víctor Zaza Trigo, que nos permiten comprender los mecanismos de difusión ideológica y de propaganda política más relevantes de la última centuria.
La acertada inclusión de treinta y ocho aforismos que prologan el cuerpo principal de la obra, despiertan uno tras otro nuestra sed de adentrarnos en lo que vendrá.
Luego, bajo el título: “Propaganda, publicidad y medios de comunicación en los sistemas políticos modernos”, nos compenetramos en las razones que han llevado a esta forma de mercadotecnia política. Dice un párrafo de su primer texto: “Para Jacques Ellul, han sido las masas las que han hecho que la propaganda sea posible. Tiene que darse una combinación de fenómenos demográficos como son el aumento en la densidad poblacional y las concentraciones urbanas. A esto hay que añadir que las masas adquieren importancia política porque en los sistemas políticos modernos las masas son la base del poder político. Son las que apoyan o eligen a un líder, sea este un dictador o no. Hay, por lo tanto, la necesidad de manipular la opinión de las masas mediante el desarrollo de la “opinión publica”.
Los legos en el tema tomamos conocimiento de las tres formas de mentir o de distorsionar un mensaje en la propaganda o en la publicidad, según Durandín:

  • Supresiones o hacer creer que cosas que existen no existen.
  • Adiciones o hacer creer en cosas que no existen.
  • Deformaciones o deformar algo que existe.

De esta forma, la cruda realidad va ganando terreno y empezamos a interesarnos en la necesidad de este análisis provisto por “EL ESPECTÁCULO POLÍTICO”, suficientemente profundo como para vislumbrar cuanto de verdad y de mentira puede haber detrás de una información.
Comenzamos a entender que “desde el punto de vista de la comunicación, la política es también un debate sobre la definición de la realidad ya que el apoyo o la oposición que se genere depende de la definición o construcción de la realidad que se torne hegemónica o dominante en una sociedad”.
Seguirán artículos sobre: la guerra del Golfo, la Guerra Fría, Vietman, las campañas electorales del PRI, PAN y PRD en México, las guerras mundiales, técnicas de amnesia, la Rumania de Ceaucescu, la propaganda nazi, textos de Hitler y Goebbels, la CIA, la CNN, el franquismo, el imperio mediático de Berlusconi, Fujimori, el régimen soviético, etc.
Leeremos, no sin tristeza, un texto que nos narra sobre como “la manipulación y sin duda el temor, han llegado en Colombia al extremo de contaminar el lenguaje. Ya no se pueden llamar las cosas por su nombre... En efecto, en vez de “secuestros” se habla de “retenciones”... los asesinos reciben el nombre de “victimarios”.
En poco más de cien páginas tenemos un amplio panorama sobre el manejo de la opinión publica, necesario para todos aquellos que deseamos salvaguardarnos de formar parte de una multitud que corra sin saber adonde va.
Kant pregona: “¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!. He aquí la divisa de la Ilustración”.
“EL ESPECTÁCULO POLÍTICO” es un digno exponente a favor de esa consigna.
Espero que este notable trabajo de Víctor Zaza Trigo, tan inteligentemente compaginado, fecundo en la seria descripción y el análisis de hechos más o menos recientes de la historia mundial, reciba algún día el merecido premio de su difusión pública.
Haré constantes votos para que así sea.

Daniel  Adrián  Madeiro
Domingo 9 de noviembre de 2003.

Algún tiempo despues, nunca volví a tener noticias de mi amigo Victor Zaza Trigo y 
el libro jamás llegó a publicarse.

GENTE BUEY

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Hay un profundo y tristísimo poema de Harry Martinson que quiero compartir:

El mundo sentimental de la utilidad

Desterraron el antiguo sufrimiento, el antiguo dolor.
Levantaron el yugo que agobiaba al buey de los campos.
Pero inmediatamente después se llevaron también al buey.

Así ocurre cuando la liberación viene de la mano de la utilidad.
En las aldeas del país ya no queda yugo alguno,
pero tampoco quedan bueyes.

Hermoso y trágico.
Yo no tengo duda alguna: No se trata de un poema.
Estamos frente a una profecía.
Como en todo presagio su lenguaje es simbólico.
No está hablando del “buey”. Está hablando del hombre.
No se refiere al “yugo” sino para aludir a una forma considerada anticuada para efectuar un trabajo.
Al final lamenta la desaparición del “buey”, es decir del hombre.
Fue escrito en la primera mitad del siglo XX.
Lamentablemente, es una pintura del futuro de la humanidad.
¿Cómo pudo ver con tanta anticipación?
¿Cómo con tanta claridad?

Todo se cumple a su debido tiempo.
Los grandes de la Tierra tienen en su agenda un tema central: generar trabajo.
El trabajo ayuda a erradicar la pobreza, así resuelve las necesidades básicas de la gente y así erradica potenciales terroristas.
Es una cadena. Como las que unían los bueyes a los yunques.
Pero entre los países poderosos de la Tierra, hay otro tema que se sabe y se calla: Mientras los negocios se achican la pobreza  se agranda.
Muy pocos con recursos para comprar. Muy muchos sin posibilidades.
Hay demasiados bueyes para tan poca tierra.
La ciencia destruye los antiguos yugos. Sobran “yugos” y “bueyes”.

¿Qué será de nosotros, de los “bueyes”?
¿Dónde acabará tanta carne y hueso?
Un grupo de niños morenos, humildes, del interior del país, está de visita recorriendo la Plaza de Mayo.
¿Les estarán hablando del futuro?
¿Hay alguien que crea que serán los dirigentes del mañana?
Cuando ya no quede yugo alguno ¿Quién se ocupará de esos pequeños, morenos y humildes “bueyes”?

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.

INTERSECCIÓN

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Dados dos conjuntos, A y B, se llama
intersección del conjunto A y B, al resultante
de los elementos comunes entre ambos.

¿Qué es un diálogo?
Un diálogo es siempre la intersección de dos monólogos.
Sólo hay partes afines, piezas coincidentes, pero el resto es la individualidad de cada cual que nunca se funde ni confunde con la del otro.
Teniendo esto presente, sería más sencillo no esperar algún resultado distinto del que establecen las reglas matemáticas.
Escuchamos por allí que ya está todo inventado.
Sin embargo, se nos iluminan los ojos ilusionados en el surgimiento de una creación nueva y original. De un suceso que desafié a las matemáticas o, lo que es peor, a las leyes naturales.
Un diálogo es siempre, siempre, la intersección de dos monólogos.
Cada uno con su librito, con su discurso, con su modo de pensar, y al final darse cuenta que somos lo suficientemente diferentes como para no ponernos de acuerdo.
Uno dice querer que haya coincidencias pero se entrena para acentuar las diferencias entre las partes.
-Estás equivocado.
-El equivocado eres tú.
Y así queda construida la zona de exclusión, el sagrado lugar de nuestra maravillosa inteligencia al que nunca tendrá acceso nuestro errado interlocutor a causa de sus propias deficiencias.
Somos muy maravillosos para nosotros mismos como para permitir el placer de dejar que otro tenga la razón.
Quizá, no sé, a lo mejor, un diálogo es una disputa camuflada.
¿Qué tal si lo hablamos?

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.

TRABAJOS EN BIROME

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Por eso yo sugiero, a los que quieren ser
verdaderos poetas, no fijen su atención
en el dicho que dice: poeta hay que nacer
o que es fruto exclusivo de docta erudición.
No se nace, se muere, y alcanza con saber
usar conjuntamente cabeza y corazón.

Noción de poeta

Camarada, esto no es un libro;
el que lo toca, toca a un hombre.

¡Adiós! – Walt Withman

Poco antes de entrar a la escuela primaria, fui preparado por un maestro particular. El hombre, un vecino, se apellidaba Monasterio.
No recuerdo que cosas me enseñó pero sé que entré al primer grado sabiendo escribir.
Descubrir la escritura fue algo trascendente. Poco tiempo después escribí mi primer poema.
Se trataba de una estrofa de cuatro versos sobre un árbol que perdía sus hojas en el invierno.
Para que su último verso rimara con el segundo (que intuyo decía: desnudo quedó), acentué la palabra “arbolito” en la sílaba final (arbolitó).
Su lectura provocó risas en mi familia y un sabor amargo en mi orgullo.
Era consciente de lo incorrecto de esa acentuación pero me parecía un recurso válido para mi escasa edad (cinco años).
Así comenzó mi interés por la creación literaria.
Admiraba los simples y hermosos poemas que poblaban uno de mis libros de lectura, “Agüita clara”.
Tengo presente un fragmento de uno de ellos:

Este pueblecito mío,
sin pizca de vanidad,
tiene el colorido encanto
de una tarjeta postal.
Un arroyito que pasa
y murmurando se va...”

Pasados los años escribí algunos poemas más complejos.

13.700 MILLONES DE AÑOS

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“Una vida sin reflexión
no es vida para un hombre”

Platón

El 12 de Febrero de 2003, en la sección Tecnología y Ciencia del portal de la CNN en Español apareció una nota de José Perez Firmat titulada: “Científicos determinan la edad y la composición exacta del universo”.
Con datos provenientes del satélite WMAP, diseñado por la NASA y la Universidad de Princeton,  se constituyó una foto del universo reflejando el instante en que comenzó a haber luz, 380 mil años después del Big Bang.
Este elemento y otros más, permitieron a los científicos determinar que el universo tiene 13.700 millones de años, con un margen de error no mayor al 1 por ciento.
Teniendo presente que los datos obtenidos se refieren al momento del nacimiento del universo, se realizó una proyección que calculara como se vería hoy. Se obtuvo una imagen concordante con la realidad actual. Los datos son exactos.
También se sabe que el destino del universo es seguir eternamente en expansión.
Por último, mi atención se detuvo en la descripción de su estructura: 4% de materia conocida; 23% de materia fría oscura, que no interactúa con la luz, sobre la cual se sabe muy poco y se conoce su existencia sólo porque ejerce gravedad; y un 73%  de lo que se denomina “energía oscura” y sobre la que nada se sabe.
Entendí que, aún en la inmensidad de conocimientos que conllevan disciplinas tales como la cosmología moderna o la física cuántica, por ejemplo, es muchísimo más lo que resta por saber que lo sabido.
No obstante, con la información a la que tenemos acceso nos alcanza para comprender que: Somos entidades formadas con la misma materia del universo y, de alguna forma, existimos hace ya 13.700 millones de años.

EXPUESTOS Y ESPERANDO


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La pena no nace de vernos privados de aquellas
cosas buenas que no hemos probado sino de encontrarnos
despojados de algo a lo que estábamos acostumbrados.
Discurso fúnebre de Pericles – Tucídides 

La cita, extractada de Historia de la Guerra del Peloponeso, refiere al discurso del célebre político ateniense con motivo de las exequias a los jóvenes guerreros muertos.
Imaginemos la escena. El pueblo de Atenas frente a los cuerpos inertes de sus soldados; de sus hijos, esposos, padres o hermanos muertos.
El dolor lo inunda todo y, en un enunciado breve y duro, Pericles explica la razón de la profunda pena: nos han despojado de los seres nuestros, conocidos, que gustábamos de amar todo el tiempo.

La causa del dolor ante nuestros muertos es esa ruptura definitiva de la recíproca correspondencia que mantiene a dos almas compartiendo un universo único e irrepetible.
La separación que toda muerte decreta deja vacíos todos los espacios materiales y afectivos que el muerto ocupaba.
No se trata sólo de la silla vacía o la almohada en desuso. Es la ausencia del espacio en su mejilla para besarla; de la superficie de sus manos para acariciarnos; de la inmensidad de sus ojos sobre nosotros; del cálido y sensible terreno de su piel.
Y si es dura la vida para los que pierden lo amado por razones naturales... ¿Dónde cabe todo el terrible dolor de aquellos a los que unas manos asesinas les arrebatan vidas amadas?.

En la localidad de Avellaneda, en la Provincia de Buenos Aires, fue muerta, violada y arrojada a un pozo ciego, una niña de trece años. Su nombre, Mónica Vega.
Se habla poco de ella y de sus padres a causa de otro monstruoso descubrimiento posterior al de su cadáver.
En las cercanías del pozo ciego donde se la encontró a ella, también se localizó el cuerpo sin vida de una niña de nueve años.
Esta segunda niña se había tornado tristemente conocida por su desaparición el domingo 19 de octubre de 2003, cuando en Argentina se celebraba el día de la madre.
Yésica Mariela Martínez Quiroga, había salido a comprar el regalo para su mamá... y nunca volvió.
Durante meses se la buscó sin éxito.
Cuando se halló el cadáver violado de la niña de trece años, en la casa a la cual también solía concurrir la niña perdida para jugar con un bebé, todos los informados de esto por los medios de comunicación, tuvimos el mismo macabro presentimiento: ella también iba a estar allí.

LEJOS DE LO VOLITIVO

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Todo, o casi todo, nos resulta muy obvio.
Pero un mar de certezas sobre la incertidumbre es el resultado final de toda búsqueda genuina.
Sólo podemos ver un inicio del “todo”: Un punto ubicado en lo que llamamos “principio”.
Entonces “causa y efecto” es sólo una herramienta para el entendimiento pero un circulo vicioso desde la mirada profunda. Porque tenemos: esto de aquello y luego de aquello y de lo otro, hacia delante y hacia atrás; pero ¿hasta y desde dónde?.
Pudiera ser que la multitud de entidades que percibimos sea una sola de la que formamos parte; que se expande semejando una diversidad que no es más que la unidad creciendo.
El tiempo y el espacio son herramientas del entendimiento. Pero “todo” no tiene tiempo ni espacio. Entonces, son una ilusión.
Hay que ver sin tiempo y sin espacio, sin causa y sin efecto.
Hay que trabajar ajenos a lo volitivo.

Daniel  Adrián  Madeiro

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VISITAS

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Con lentitud me saqué los anteojos, exhalé sobre sus cristales
y los limpié suavemente con la franela. No sirvió para nada.
Al ponérmelos comprobé que todo, absolutamente todo, seguía igual.

Falsa expectativa - D A Madeiro

Golpean a la puerta.
Hoy son los católicos que, amablemente, me entregan un folleto sobre las actividades de la parroquia.
Otras veces se trata de los evangelistas, los testigos, los mormones.
No se da con los judíos o los islámicos simplemente porque no acostumbran prédicas domiciliarias.
Desde siempre me gusta intercambiar ideas con ellos.
Quizá es más apropiado decir escucharlos con atención y formularles con suavidad alguna pregunta.
Como suele suceder con la mayoría de nosotros, los humanos, a ellos les encanta que los escuchemos. No sucede igual a la hora de tener que oírnos. En especial si es para expresarles opiniones contrarias.
Sin lugar a dudas, en el campo de las ideas son pocos los individuos (y aun menos los grupos) que están dispuestos a examinar sin temor sus creencias, sus postulados, el modo característico de ver una realidad en particular.
Uno se cierra. Una ilusión llamada “tengo la verdad” nos aparta con recelo de los opuestos.
No es razonable pretender que todos lleguemos a pensar y sentir igual; ni siquiera es necesario.
Pero vendría muy bien convivir sin temor y con la mente abierta y bien dispuesta para enterarse porqué no sentimos ni pensamos igual y ver, en medio de todas esas diferencias, que tenemos puntos en común. Para este caso podríamos citar el amor a DIOS y al prójimo.
Hasta podríamos tener la valentía de preguntarnos por qué en lugar de enfatizar las diferencias para separarnos, no acentuamos nuestros puntos coincidentes para unirnos en un mismo propósito: el bien común.

Daniel  Adrián  Madeiro

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Todos los derechos reservados para el autor.

ALGUNOS APUNTES SOBRE DIOS


Foto © Daniel  Adrián  Madeiro 

Leo que estoy hecho de la misma sustancia de una encina; Que los gases que había en la Tierra primitiva, colocados en un tubo de ensayo, sometidos a supuestas condiciones iniciales, dan algunas notas de la música de la vida; no la música en sí.
Me informan que una cosa progresa en otra y luego en otra y otra, y así millones de veces hasta que alguna termina siendo una encina y otra una persona.
Pero yo no creo en la evolución de los vasos de barro. Yo creo en el ALFARERO.
 *  *  *

DIOS no usa intermediarios; DIOS no escribe libros; DIOS no te necesita. Tú necesitas a DIOS y ÉL está para escucharte. Aprende a escucharte Tú y ÉL te estará oyendo.
 *  *  *

El verdadero amor a DIOS no es la moneda corriente entre los hombres. Es habitual ver personas que profesan una fe. Eso es bueno para ellas. Las ayuda a sostener cargas que no soportarían sin ese auxilio. También es bueno para la sociedad en la medida que promueve la hermandad entre los hombres. Pero AMAR a DIOS es más que eso. Es apreciarlo a ÉL en una medida mayor que a nosotros mismos. AMAR a DIOS es vivir para DIOS con una devoción grandísima sólo comparable en lo humano al amor que sentimos por otra persona, nuestro cónyuge o hijos por ejemplo. Pero ¿daríamos la vida por DIOS? Esto no significa que para amar a DIOS sea menester dar la vida. Si quiere decir que del mismo modo que defenderíamos aun a costa de nuestra propia existencia la vida de nuestros hijos, cuando amamos a DIOS queremos hacer todo lo posible por VIVIR para ÉL. Se trata de un DAR LA VIDA POR DIOS sin necesidad de perderla. Tenerlo todo el tiempo presente en nuestros pensamientos como cuando nos enamoramos y no logramos dejar de pensar en el otro. AMAR a DIOS, es VIVIR para DIOS, COMPROMETERNOS COTIDIANAMENTE en un propósito de propia superación personal para SERVIR a DIOS SEMBRANDO la TIERRA de Verdad y de Justicia, construyendo un planeta digno de todos los seres humanos de buena voluntad. AMAR a DIOS es tener permanente conciencia de DIOS y de nuestro rol frente a ÉL.
*  *  *

Un escritor no es DIOS. DIOS determina, decide, crea. Yo cuento con un universo diseñado donde sólo acomodo las piezas en un orden a veces arbitrario, otras previsible, las más intrascendente. Pero nunca creo. Todo está hecho. Y hasta es posible que no suceda otra cosa más que algo parecido a una evacuación de vientre, donde no puedo lanzar nada que previamente no haya estado dentro de mí.
  
Daniel  Adrián  Madeiro

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CONCISO ANÁLISIS DE UN BREVE POEMA

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Hoy tengo ganas de trabajar un poco conmigo
y parece que también tengo ganas de involucrarte.

Cartas para Claudia – Jorge Bucay





Quiero que tomemos un poema y pensemos, detenidamente, cuantas cosas nos dice.
Para no dilatar en exceso este ejercicio, elegí uno muy breve llamado “Hermanos”.
El poeta nos dice:

Hermanos míos,
¡Ya no llueve!.
Ahora pueden trinar,
beber el cielo en los charcos,
adornarse de nubes,
desalojar los grises.


El poeta se vale de veinte palabras, repartidas en seis versos cortos, menores, para dar a conocer su mensaje.

Su primer verso: “Hermanos míos”, nos lleva a pensar que pudiera estar hablándonos a los lectores en un tono fraternal o a algunos otros realmente cercanos al poeta.
La utilización de las palabras “hermanos” y “míos” muestra el carácter especial que tienen aquellos a quienes dirige su mensaje. Le son muy cercanos (“hermanos”) y los siente como algo propio (“míos”).
Sus destinatarios no son el producto de una relación pasajera o intrascendente; apreciamos que se siente unido a ellos como por su sangre; interesado en ellos como suele suceder con lo que se considera exclusivo de uno.